Crónica de una contaminación anunciada…

Hace unos días quedaba con Álvaro para hacer una cerveza juntos, como ya os conté en otra entrada del blog. También en este texto comentaba que nos habían sobrado unos seis litros de mosto y dejaba caer que se habían hervido, pero no precisamente en nuestra elaboración conjunta.

Pues bien, ese mosto se vino a casa conmigo, tras unas horas en la garrafa, y a media tarde y sin haberlo preparado (error número uno), me puse a hervirlo con el fin de tener un mini-lote con el que poder trastear y comparar.

Todo fue un poco improvisado (error número dos), no tenía hielo para enfriar, no tenía preparado el fermentador, no tenía absolutamente nada previsto, pero las ganas por empezar a hacer cerveza en casa de una vez pudieron con todo (error número tres). Como fermentador usé una garrafa de agua, que no estaba todo lo sellada que debería, hice un agujero en el tapón y acoplé un airlock como pude. Fui a por hielo dejando la olla en agua y con un par de placas de camping que duraron frías apenas unos minutos, al menos me acordé de ponerle la tapa a la olla…

Contaminación

De pronto me di cuenta que no había esterilizado la garrafa (otra distinta, no la que contenía el mosto antes de hervir), así que le eché Star San y le metí unos buenos meneos (se suponía que ya estaba limpia por dentro), la dejé unos minutos hasta que el mosto se enfrió, la vacié de Star San y procedí a llenarla con el mosto. Normalmente el fermentador lo esterilizo con Chemi Pro y agua bien caliente, soy un poco paranoico con estas cosas y prefiero hacerlo así, pero ese día no lo hice (error número cuatro). Acto seguido añadí la levadura y le puse el «rudimentario tapón-airlock».

Contaminación

¿Cuál ha sido el resultado? La levadura se mostró activa a partir del segundo día, más o menos a la semana ya había parado, pero como hago siempre, decidí dejarla unos días más, hasta que el viernes me asomo al fermentador y veo lo que muestra la foto… ¡¡nooooooooooooo!!

No lo había olido, no lo había probado, pero no hacía ninguna falta, la primera contaminación en algo más de tres años haciendo cerveza había llegado, y no, no añadí brett, no esparcí ninguna Cantillon por los bordes de la garrafa, simplemente, no hice bien la cosas, y lo pagué. Pero esto había que probarlo, me decía Álvaro por whatsapp, así que quité el tapón, arrime la nariz y… no pude llevármelo a la boca. Ese olor avinagrado, rancio, a huevo podrido, asqueroso, no hacía falta que entrase en mi organismo, y como no estaba catando una cerveza para un concurso BJCP (donde los jueces deben probar TODO para poder evaluarlo) pensé, he probado lámbicas que olían muy mal, ¡pero no hay necesidad de pasar por esto!

Moraleja, sed cuidadosos, no tengáis prisa, intentad no improvisar mucho y haced las cosas bien. Yo ya he llamado a Fumigaciones Paco para que me esterilicen la casa entera antes del siguiente lote, ¡que será en breve! :-p

Contaminación

7 comentarios en “Crónica de una contaminación anunciada…

  1. Tu primera lámbica y decias que no te gustaban 😉
    La verdad es que las prisas no suelen ser buenas compañeras para nada y en hacer cerveza en casa parece que tampoco.

    Un saludo Adrián y tira tu creación en el punto limpio jeje.

Replica a Cerveza Rudimentaria Cancelar la respuesta

Este sitio utiliza Akismet para reducir el spam. Conoce cómo se procesan los datos de tus comentarios.