He tardado más de la cuenta en escribir la segunda parte de nuestra visita veraniega a las tierras de William Wallace (solo como anécdota, parece que no están muy contentos con la película por allí, ni con que el actor principal midiera una cuarta menos que su querido guerrero…), pero es que este verano ha sido muy largo en Madrid, he tenido aparcada toda la actividad cervecera hasta hace unas semanas, que por fin he vuelto a elaborar, aunque eso ya será para otro día.
Volvemos al mes de julio, Edimburgo, nuestra maleta con varias capas de ropa por aquello de que es el norte de Europa, nos han dicho que hace «fresco» incluso en verano. Pues bien, al segundo día estábamos en pantalón corto, manga corta, gorra y protección solar, y pasando calorcete en los autobuses de la capital escocesa. Lo que no imaginábamos era que eso, comparado con lo que nos encontraríamos en los pubs, sería casi como una agradable brisa primaveral…
Tras la mañana cumpliendo con los estándares turísticos de la zona, tocaba comer, y viendo que teníamos muy a mano algunos pubs con varias cervezas en cask, entramos en uno que tenía buena pinta, nos sentamos en la mesa, y en cuestión de menos de cinco minutos nos volvimos a levantar para salir de allí del agobio que nos entró debido al calor que hacía. Tuvimos suerte en encontrar hueco en la terraza, que no era precisamente la mejor de la ciudad, pero se podía respirar…